Capítulo 53

—No quería hacerte daño —susurró, tan bajo que Alec apenas la oyó—. Lo siento.

En ese momento, Alec terminó de ajustarse la venda y, al girar hacia ella, le dedicó una sonrisa suave, como si quisiera disipar su culpa.

—Lo sé. No te preocupes, la herida no fue profunda.

Se levantó y se dirigió hacia la cama. Se sentó de nuevo a su lado, lo bastante cerca para que sus hombros casi se rozaran. Entre ambos se instaló un silencio que no era del todo incómodo, casi tranquilo, como si la sola presencia del otro fuera suficiente.

Así permanecieron por algunos minutos, hasta que Serethia dejó escuchar su voz titubeante, como si aún estuviera decidiendo que palabras elegir.

—Volví a escuchar le voz de Sel-Naïma.

Alec notó el leve temblor de los dedos de la chica sobre su regazo y, en silencio, le cubrió la mano con la suya, buscando tranquilizarla.

—Y… Kaelvar está aquí —agregó, de forma lenta, como si midiera la reacción de él—, vino a buscarme.

Los hombros de Alec se tensaron al escucharla y
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