Serethia observaba la espalda de Alec. Había desistido de caminar a su lado después de notar que parecía disgustarle que lo hiciera. No entendía mucho a los humanos y tampoco quería molestarse en hacerlo… aunque la incomodidad que sentía por la situación, por alguna razón, se hacía más insistente en cada paso.

Intentaba distraerse, fingiendo curiosidad por su alrededor, pero cada vez que pasaban frente a una pared de vidrio, notaba algo extraño: en el reflejo, veía los ojos de Alec posarse sobre ella por un instante. Y, de reojo, distinguía cómo la miraba antes de fruncir el ceño y volver su vista al frente.

Alec, por su parte, caminaba con las manos en los bolsillos, la mirada perdida, como si nada a su alrededor tuviera importancia… hasta que un vidrio aparecía en su camino. Entonces, casi sin darse cuenta, sus ojos buscaban a Serethia. Durante unos segundos, sus pensamientos se quedaban en ella, hasta que, con un leve gesto de molestia, se reprendía así mismo y volvía a mirar al fr