29

Nunca imaginé que un simple giro del destino me arrastraría de nuevo hacia él, hacia Aiden, justo cuando creía haber encontrado un respiro en la distancia. Pero ahí estaba, a pocos pasos, en un instante que parecía suspendido entre la realidad y un sueño imposible.

El aire se volvió denso, cargado de una electricidad que erizaba mi piel. No solo era la presencia de Aiden, sino la vulnerabilidad que, por primera vez, parecía brillar en sus ojos oscuros. Un destello que no había visto antes, como si, por fin, las máscaras se hubieran caído.

—Luna —su voz sonó más suave de lo que esperaba, sin esa frialdad que me había acostumbrado a temer—. No pensé que te encontraría aquí.

Lo observé, sintiendo que mi corazón se negaba a latir con normalidad. Había rabia y miedo mezclados con un deseo que me consumía, como fuego que no podía apagar ni con toda la razón del mundo.

—¿Y qué haces tú aquí? —respondí, intentando que mi voz sonara firme, aunque por dentro un torbellino me sacudía.

Él dio un paso hacia mí, la distancia entre nosotros disminuyendo hasta que apenas un suspiro nos separaba.

—Buscaba respuestas —admitió, y en ese momento vi en sus ojos esa ternura que siempre negaba—. Y tal vez, también buscaba encontrarte a ti.

La contradicción me atravesó como una flecha: cómo podía odiarlo y desearlo al mismo tiempo, cómo esa mezcla de sentimientos hacía que mi cuerpo respondiera sin control.

Quise apartarme, pero mi cuerpo se negó a obedecer. En cambio, me quedé allí, cautiva de su mirada, sintiendo que cada palabra y cada silencio hablaban más que cualquier confesión.

—¿Por qué ahora? —pregunté, tratando de entender la confusión que sentía.

—Porque no puedo seguir escondiendo lo que siento —confesó con un suspiro—. Porque tú has despertado algo que creí perdido.

El calor de su aliento rozando mi rostro me hizo cerrar los ojos un instante, como buscando resistir la tormenta de emociones que me azotaba.

Pero cuando los abrí, la verdad se mostró clara y sin filtros.

Aiden me miraba como nunca antes: sin barreras, sin secretos, con una honestidad brutal que me desarmó por completo.

No hubo palabras en ese momento, solo el lenguaje mudo de dos almas que, a pesar del miedo y la rabia, se reconocían y anhelaban un camino juntos.

Mi pecho se apretó, y por un segundo temí que mi voluntad se quebrara bajo el peso de esa conexión.

—No sé si esto es un regalo o una trampa —murmuré, confesando mi confusión—, pero en tus ojos vi que quizá aún podía creer.

Y en esa frágil esperanza, supe que, a pesar de las heridas y los secretos, aún quedaba espacio para el amor. Un amor que merecía luchar y descubrir, paso a paso, sin prisa pero sin pausa.

Porque a veces, solo hace falta una mirada sincera para cambiarlo todo.

 

 

 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP