A veces creo que el silencio entre nosotros pesa más que cualquier palabra que pueda decirse. Es un silencio lleno de tensión, de cosas no dichas, de miradas que se desvían demasiado rápido o que se sostienen demasiado tiempo. Aiden y yo no somos exactamente una historia de amor clásica. Él es todo lo que me advirtieron que evitara: dominante, intenso, peligroso. Y aun así, hay una parte de mí que lo busca en cada sombra, en cada inhalación contenida.Llevábamos horas caminando entre los árboles, y aunque sus pasos eran firmes y decididos, había algo en su postura, en la forma en que no me miraba, que me decía que él tampoco estaba del todo en paz. El bosque parecía eterno, como si fuera un susurro antiguo de raíces y secretos. A veces pensaba que Aiden pertenecía a este lugar más que a cualquier otro. Era parte de él. Salvaje. Misterioso. Imposible de domar.Y aquí estaba yo, la chica rota que no entendía nada del mundo al que había sido arrojada. Todo lo que conocía estaba a kilómet
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