El bosque me llama en sueños.No con palabras, ni con imágenes claras. Es más bien una sensación viscosa, pegajosa, como si el aire que respiro aquí no fuera el mismo que conocía. Como si los árboles murmuraran mi nombre al pasar. Cada noche, los sueños se vuelven más nítidos. No son míos. No pueden serlo. No recuerdo haber corrido en cuatro patas, sintiendo la tierra en mis garras, la sangre latiendo en mi garganta… y aun así, los sueños persisten. Me despierto jadeando, los ojos dilatados, la piel empapada, como si algo estuviera despertando dentro de mí. Algo que no pedí.Aiden no dice nada.Claro que no. Él siempre tan callado, tan malditamente contenido, como si su corazón estuviera blindado detrás de esas camisas negras y esos ojos de lobo cansado. A veces siento que me mira cuando no debe, que se tensa cuando me acerco, pero al segundo siguiente, se marcha, como si quemara.Hoy no soñé.Hoy sentí.Algo bajo la piel, como una brújula viva, me empuja. Camino entre los árboles, si
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