Capítulo 100

—Hoy empezamos a coser lo que rompieron —dijo Kaeli cuando se colocó junto a la mesa mayor—. No celebramos. Inventariamos. Y que cada firma que vimos sea ahora pública.

Una mano se levantó entre los presentes: Lord Miron, que hacía semanas había dejado la rigidez noble por la carga de reparar.

—No quiero palabras que suenen a lavado —dijo—. Quiero nombres y restituciones. Si la manada me llama a pagar, lo haré en público, delante de todos los que a ustedes les convinieron mis silencios.

Maeli asintió.

—Se harán actas públicas de cada restitución. Aquí y en las plazas. Que nadie diga luego: “no tuve aviso”.

Al otro extremo de la sala, Ceran, el notario que aún cargaba la vergüenza, levantó la vista con voz rota.

—Ayudaré a reconstruir cada libro en el que metí mi pluma por miedo —dijo—. No pido perdón por mí: pido que la verdad sea más dura conmigo que el silencio fue con otros.

Selin, que había pasado noches desenmarañando sellos, escupió una murmullo escéptico.

—No todos vendieron po
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