Capítulo 67. El Infierno a Mi Lado
Me había engañado. Creí que su huida al verme con Damon significaba su rendición. Pero Alejandro nunca se rinde. Se las ingenió, como siempre. De alguna forma, dio con la firma de abogados donde trabajaba y, cuando salía, me interceptó.
Me tomó sin darme opción. No hubo discusión, solo la urgencia de su mano en mi brazo, llevándome a su coche. Ahora estábamos en la suite del hotel donde se hospedaba, y la tensión entre nosotros era tan intensa que casi cortaba el aire.
Él estaba de pie, cerca de la ventana, con el traje arrugado y el cabello revuelto. Yo estaba en el centro de la habitación, temblando. Los siete meses de vacío y soledad se estrellaron contra su presencia inmediata.
Dio un paso hacia mí. Y luego otro. No preguntó nada, no exigió. Simplemente, me besó.
Y el deseo explotó a través de mi cuerpo, aun embarazada. Lo besé de vuelta, igualando su fervor. Era un beso de rabia, de reproche, de todos los meses de abstinencia y dolor.
Mis manos se enredaron en su cabello oscuro,