Capítulo 68. Todo se descubre
Después de dejar la habitación de Alejandro, regresé a mi pequeño apartamento con el corazón a mil por hora.
Él había sido tajante: quería que volviéramos juntos a Estados Unidos. Insistía en que debíamos retomar nuestras vidas, pero esta vez de verdad, sin escondites, para que nuestro hijo naciera allá "sin caretas".
Pero la sola idea me producía un terror que me congelaba mis cinco sentidos. ¿Qué iban a decir las amistades de mi mamá?
¿Qué pensarían los socios de mi difunto padre cuando se enteraran de que estoy embarazada de quien fue mi padrastro? ¿Cómo explicar que el hombre que juró protegerme como tutor terminó siendo el padre de mi hijo?
El miedo me paralizaba y me asfixiaba al mismo tiempo. Era como saltar de un precipicio sin saber si habría alguien abajo para atraparme.
De pronto, mi teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje de Alejandro:
“En un rato paso por ti. Te amo.”
Me quedé mirando la pantalla como una idiota, sonriendo a pesar del caos. Esa pequeña declaración, u