21. Regreso con sombras
Kael
El túnel huele a humedad y hierro. Cada paso resuena contra la piedra como si el eco nos siguiera. Camino delante de Mariel, cuidando que no tropiece con los charcos. No hay mucha luz, solo las antorchas azules que marcan el camino a la guarida Nocte.
—Mantén la cabeza baja —le digo—. No todos aquí entienden lo que eres.
Ella asiente, seria. No tiene miedo, pero siente la tensión. El aire pesa como si presagiara lo peor. Lo huelo en los otros lobos antes de verlos. Algunos se apartan cuando pasamos. Otros nos observan con recelo, como si Mariel trajera una enfermedad.
En parte, tienen razón: el conjuro sigue corriendo por nuestras filas, y nadie sabe hasta dónde puede llegar. Pero no lo trajo ella, sino los que la quieren muerta.
Royer cierra la marcha. Está herido, pero camina firme. Valeria espera al final del pasillo, con el rostro manchado de polvo y ojeras oscuras.
—¿Qué pasó? —pregunto.
—Sasha dice que la infección avanza —responde—. Dos más presentan síntomas. No sabemos s