Sofía durmió profundamente.
***
A la mañana siguiente.
Cuando despertó, desayunó lo que Alejandro le había preparado, como de costumbre.
Desde el incidente del día anterior, la relación entre ellos había mejorado considerablemente. Ya no la asaltaban aquellas ideas extrañas.
Todo el mundo guarda secretos y cosas que prefiere ocultar, ¿para qué ahondar en ello? Al fin y al cabo, eran adultos y necesitaban su espacio.
—El desayuno te quedó delicioso hoy.
Comentó Sofía con naturalidad.
Alejandro se sorprendió un instante. Al ver su rostro radiante, una sonrisa se dibujó en sus labios.
—Si te gusta, la próxima vez te lo preparo igual.
—Claro que sí.
La dinámica entre ambos había mejorado notablemente.
Después de terminar, Sofía tomó su carro y se dirigió al trabajo.
Alejandro pensó en llevarla, pero al ver que ella ya había tomado las llaves del carro, prefirió no insistir. Él siempre lo había sabido: ella se podía sentir encerrada muy rápido; necesitaba libertad, era vivaz e indomable. J