—Esto le quita lo divertido al plan. Y si me pongo de malas, no sé qué estupideces se me podrían salir.
La indirecta era más que obvia. Alejandro era inteligente, por lo que comprendió la intención detrás de sus palabras. Sin intención de tolerar su actitud, fue al grano.
—El trato fue una sola comida.
—¡Yo nunca dije que sería solo una!
Jimena insistió, aferrándose a un juego de palabras para manipular la situación. La respuesta terminó por agotar su paciencia. Se puso de pie abruptamente y caminó hacia la salida, diciendo:
—Entonces, come tú sola. Tengo trabajo en la oficina.
Detestaba que intentaran manipularlo con amenazas.
Esa mujer era demasiado atrevida. Se pasaba. La repentina partida de Alejandro la dejó confundida, pero pronto recuperó la compostura. No pasaba nada. Aquello era como cocinar a fuego lento; con la persistencia adecuada, podría ablandar su corazón y ganárselo.
Era una confianza en sí misma casi inexplicable. Si Sofía llegara a enterarse de sus planes, de seguro