No se lo habría imaginado, pero en privado, Sofía también tenía un lado sorprendentemente adorable.
—Está bien, tienes razón. Me equivoqué.
La asistente, demostrando una gran inteligencia emocional, supo cambiar de tema.
—Entonces, jefa, por casualidad, ¿alguna de sus amigas no tendrá algún problema que la preocupe?
Con esa simple pregunta, la tensión de Sofía se disipó. Se recargó en su asiento con elegancia, altiva y satisfecha.
—A ver, déjame pensar…
No tenía idea de cómo abordar el tema con su asistente. Era un asunto personal, algo entre ella y Alejandro. ¿Qué pasaría si involucraba a más gente? ¿No podría eso afectar negativamente su relación? Sin embargo, era consciente de que, si seguía esquivando el asunto sin hacer nada, no llegaría a ninguna solución. Estaba en un callejón sin salida.
Finalmente, se decidió. Tomando la perspectiva de esa supuesta amiga, le expuso la situación a su asistente.
***
La asistente procesó la información y trató de resumir la enredada historia.
—En