En otro lugar.
El gerente Durán regresó a su oficina, cabizbajo. Marcó el número de Valeria para informarle del progreso.
—Señorita Vargas, lo que me encargó ya está listo.
—Hiciste un buen trabajo —se escuchó la voz satisfecha de ella al otro lado de la línea.
***
Al terminar la jornada laboral, el gerente tomó las llaves de su carro y llevó a Sofía a Claustro Restaurant.
Al entrar a un área privada, dos hombres panzones los esperaban.
—Señor Ramírez, señor Valencia, ¡cuánto tiempo sin verlos! ¿Cómo han estado?
El gerente se acercó a saludarlos con una sonrisa.
Los dos directivos permanecieron sentados, con aire altanero. Levantaron sus copas hacia él.
—Señor Durán, hemos oído que está muy dedicado con el proyecto de Altamira Desarrollos. Es normal que esté ocupado.
El gerente rio, restándole importancia con un gesto de la mano. Le lanzó una mirada a Sofía, indicándole que se sentara a su lado.
—Para nada, al contrario, discúlpenme por no haber estado más en contacto con ustedes.
Cada