Al salir de Inmobiliaria Panorama, Sofía puso sus hermosos ojos en blanco; aunque el sol brillaba con generosidad, una sombra de desánimo se cernía sobre ella en ese instante.
No podía creer que, incluso con las pruebas casi delante de su madre, esta siguiera sin creerle.
La frustración la invadió. Nunca imaginó que, para su madre, sus palabras tuvieran tan poca credibilidad.
En vista de la situación, investigaría todo por su cuenta.
Se negaba a aceptar que no pudiera esclarecerlo.
Lo comprendió entonces: mil palabras no valdrían tanto como presentarle pruebas irrefutables a su madre.
Justo cuando iba a contactar a un detective privado, recibió una llamada de ella.
Al principio dudó en contestar, pero finalmente su corazón se ablandó.
«¿Y si mamá había cambiado de opinión?»
Deslizó el dedo para aceptar la llamada. Antes de que pudiera decir nada, la voz de su madre sonó apremiante.
—Sofía, lo que sea que estés pensando hacer, déjalo para después.
Su mirada se endureció y la decepción l