Aunque Sofía sentía punzadas por la inquietud, se armó de paciencia y esperó.
En ese momento, Daniel se acercó a ella, acompañado por Laura.
—¿Qué? ¿Sigues aquí? —le dijo—. Sería mejor que te vayas de una vez. Total, no vas a conseguir nada.
—¿De qué estás hablando?
Ella arrugó la frente; le pareció que Daniel estaba particularmente raro ese día.
La miraba con una seguridad en sí mismo que rayaba en lo inexplicable, como si estuviera convencido de que ella no se llevaría el proyecto.
Pero si él ni siquiera estaba a cargo de este proyecto, ¿de dónde sacaba tanta seguridad?
Laura, al escuchar las palabras de Daniel y recordar ciertos eventos previos, comprendió la razón de su gesto.
Había manipulado a alguien para volverla a perjudicar.
Que ambos se destrozaran mutuamente le venía de perlas; tampoco soportaba la actitud de la heredera de los Vargas.
Daniel, por su parte, levantó el mentón con arrogancia.
—Que te valga de lo que hablo. Lo que sí te digo es que este proyecto no lo vas a co