Mientras tanto, Máximo, incapaz de soportar los celos, decidió regresar a la casa.
Ariadna sirvió la champaña. Antonio, algo mareado, estaba sentado en el borde de la cama. Ella lo ayudó a quitarse los zapatos y desabrochó lentamente su camisa. El contacto provocó una respuesta inmediata en él.
—Quieto —susurró Ariadna con voz seductora—. A mí me gusta jugar... Te mostraré lo que tengo preparado para ti.
Se puso frente a él y dejó caer el vestido con lentitud, revelando un provocativo corset de encaje y unas pequeñas bragas negras.
—Eres... hermosa —balbuceó Antonio, hechizado.
Ella tomó sus manos con suavidad, lo llevó a la cabecera de la cama y lo ayudó a recostarse. Luego, sacó unas esposas de terciopelo y las ajustó al respaldo.
—Tranquilo, Antonio... si no te comportas, no podremos jugar —susurró en su oído con una sonrisa letal.
Antonio se estremeció...
Mientras tanto en la entrada de la casa Máximo bajo de la camioneta .
-Buenas noches le dijo Bruno.
—¿Alzaga sigue aquí ? pregu