6. Ceder a la tentación
No protestó, se fue con él de inmediato. Cualquiera diría que era débil por ceder a Nathaniel Giordano. — “Valenti”, se recordó. —pero lo cierto es que estaba necesitando una inmensa fuerza de voluntad para no decir toda la verdad y rendirse. La cárcel era preferible a ser la marioneta de Carmenza Giordano.
Pero era la vida de su padre la que estaba en juego. Tenía que soportarlo, así que iba casi a rastras al auto de Nathaniel y luego de subir, él lo hizo sentándose al lado de ella. —Llevanos a Central Park.
—¿No deberías estar trabajando?
—Soy el jefe de mi propia compañía y dueño de varios clubs, puedo prescindir de trabajar y dejar a alguien a cargo.
Bianca asintió y suspiró. La camisa que tenía seguía mojada por el champagne así que trató de airearla para que se secara. —Se arruinará por completo.
—Te compraré cientos de camisas si accedes a quedarte conmigo esta noche.
—¿Y acaso no vamos a Central Park?
—Pensé que te apetecía pasear. No soy un tipo tan malo y autoritario, C