35. El secuestro

Bianca tenía miedo.

Algo le había dicho que quedarse sola aquel día era una mala idea, pero creyó que solo estaba siendo paranoica ya que estaba bajo el cuidado de Nathaniel. Se removió en la silla en donde la tenían atada y trató de mantenerse serena.

No era tanta la paranoia considerando que días atrás había creído que alguien la seguía. —Al parecer le importas a tu esposo. -dijo Carmenza cuando colgó el celular y miró a la chica asustada que intentaba soltarse las muñecas de aquel amarre. —no haría eso si fuera tú.

Y en cuanto le quitaron la mordaza que tenía puesta escupió la cara de uno de los cómplices de la tía de su esposo. —¡Maldita! -sollozó en cuanto Aidan le apretó las mejillas. —Vas a pagar eso.

—¡Aidan, suéltala! Ella no es una chica cualquiera. -dijo Carmenza moviéndose alrededor de Bianca. El lugar donde estaban parecía una bodega completamente desordenada y la luz algo tenue. Aidan se alejó de Bianca y Carmenza puso un poco de agua en una botella para luego acercarse.
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