11. Tiempo contado
Era algo demandante. Bianca tenía que acostumbrarse a estar siempre bajo el calendario de Nathaniel, y aunque su suegra le recordaba muy “amablemente” que estaba en Nueva York por eso. Se llevaban viendo al menos dos semanas, entre citas que acababan en la cama y conversaciones que dejaban a Bianca pensando demasiado. Sobre todo una que todavía le seguía dando vueltas la cabeza.
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—Mi padre era jardinero. En realidad Carmenza e Ignazio son mis tíos. Sofía era mi madre. Mi apellido ahora es Valenti porque tanto mi padre como mi madre estuvieron casados y aunque traten de negarlo, soy hijo de alguien de las clases bajas.
—¿Cómo te enteraste?
—Me lo dijo mi tía. Venir a Nueva York fue no solo para huir de ellos, fue para encontrar rastros de la familia de mi padre. Muchos emigraron hasta acá a excepción de Jeremiah. Así se llamaba.
—Debió ser difícil enterarse de ello.
—Lo fue. Me han mentido toda mi vida, Celeste.
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—¿En qué piensas? -Nathaniel sacó a Bianca de su trance y ell