ALESSANDRO
El aire en esa casa no se parecía al mío. Aquí olía a familia, a tierra firme, a esa seguridad que nunca conocí.
No quería dejar a mi gatita sola, pero con ese carácter que se gasta, me vi obligado a quedarme aquí, empecé a buscar en los muebles y había de todo para preparar pan, así que me puse a amasar, hacer pan ha sido la única manera de ordenar mis pensamientos desde que lo recuerdo.
Mi nana me decía, la masa es moldeable, la puedes golpear, insultar y hasta cortar, pero siempre tomará la forma que le den tus manos. Úsala para botar tu frustración, limpiar tu mente y pensar las cosas bien.
Y ese consejo lo he llevado a la práctica hasta el día de hoy, cada vez que tenía un problema, preparaba pan.
Sentí un auto llegar cuando el pan estaba en el horno, la puerta se abrió y al fin apareció mi gatita, caminé y la abracé con fuerza.
— Estás aquí, pensé que algo te había pasado.
— Tranquilo amor, volví.
Su voz calmó todos mis demonios, me alejé y me senté, debía hablar con