ADRIANO
Caminé hacia mi habitación, mi madre me exasperaba, ya era cuarta vez que se me arrancaba de sus guardaespaldas, claro, quien no le haría caso cuando los amenazaba, aun así, se me escabullía, y ahora era cerca de las diez de la noche y venía recién llegando y me dice campante, que venía de una cita. Por dios, ¿De verdad se me estaba arrancando por verse con un hombre?, mañana le pondría un guardaespaldas de punto fijo que la siguiera hasta el baño, y aunque me hiciera pataletas, no podía dejar que siguiera sola por las calles cuando Visconti nos estaba cazando. Miré la puerta y suspiré, necesitaba verla, abrí la puerta despacio, sin hacer ruido.
La luz tenue del dormitorio bañaba todo con un tono dorado, cálido.Y ahí estaba ella, mi paz, mi amor, la única mujer que era mi refugio, mi flor.De pie