DALIA
El cielo estaba despejado, y el aire de la mañana tenía ese aroma a pan recién horneado que siempre me hacía sonreír. Caminaba hacia mi cafetería favorita con la carpeta de mis apuntes y cuadernos apretada contra el pecho. Había dormido poco, pero las clases me esperaban y, por una vez, me sentía ligera.
Hasta que lo vi.
Se detuvo justo en medio de la acera, bloqueando mi camino. El mundo se me estrechó en un segundo.
—Dalia… —su voz, grave y cargada de falsa nostalgia, me hizo retroceder un paso.
Theo.
Los recuerdos golpearon sin permiso: su sonrisa falsa, la traición con mi amiga, su mano sujetando mi café años atrás, el sabor amargo de la droga en mi garganta, y la mañana siguiente… vacía.
Él había sido mi primer novio, lo amaba, pero no estaba lista para tener sexo aunque él insistía a diario. Un día fui a su departamento para darle una sorpresa, entré con la llave que me había dado y los gemidos hicieron que mi sangre se congelara, ahí estaba mi amiga y él envueltos entre l