SARA BLACKSTONE
Todavía podía sentir el eco de su voz.
“Si el universo quiere juntarnos otra vez… te invitaré otro café.”
Valerio.
Repetí su nombre en silencio mientras caminaba por el sendero que llevaba a la mansión. Era un hombre fuerte, de esos que se clavan en la mente. Tenía algo en la mirada… algo roto.
Y, por alguna razón, eso me dolía.
Sacudí la cabeza. No debía pensar en eso. Tenía demasiado por lo que vivir: mi hijo, mi nuera, mis futuros nietos. El amor que había compartido con Alexander seguía siendo la brújula que me guiaba. Lo demás… debía quedarse donde pertenecía.
Aun así, mientras doblaba la esquina, una pequeña sonrisa se escapó sin permiso.
Había algo en Valerio que me recordaba la vida antes del dolor.
Y, aunque fuera por un instante, me había hecho sentir viva otra vez.
Suspiré, apretando la pequeña caja que llevaba entre las manos: un pastel de vainilla con naranja.
Lo había comprado en la cafetería antes de volver, pensando en Dalia. Mi dulce Dalia, tan frágil