ADRIANO
Un mes.
Eso fue todo lo que necesitó para desaparecer.
Un mes desde que su voz llenó este despacho por última vez.
Un mes desde que mis ojos se negaron a seguirla y mis labios firmaron mi condena.
Hoy llegó la resolución del divorcio.
Un sobre blanco, con bordes dorados.
Oficial. Frío. Final.
Abrí el documento con las manos firmes, pero con algo dentro de mí temblando como si fuera a quebrarse.
"El señor Adriano Blackstone y la señora Dalia Blackstone han disuelto legalmente su vínculo matrimonial."
"Señora…"
Lo leí tres veces.
"Señora Dalia Blackstone…"
Mi apellido. En su nombre.
Ya no más.
No más Dalia.
No más esposa.
No más ella.
Sentí que algo se rompía. No un hilo, no un músculo… algo más profundo.
Un sonido seco, invisible, que solo yo escuché dentro de mi pecho.
Me levanté.
Dejé caer los papeles.
Me aflojé el cuello del traje.
El aire se volvió espeso, irrespirable. Caminé hasta mi habitación con pasos torpes, como si cargara un peso que no se veía.
Esa noche no dormí.