VALERIO VISCONTI
Cuando Sara se fue, el mundo se quedó en silencio.
Solo quedó flotando el aroma de su perfume, una mezcla sutil de rosas y lavanda que me golpeó el alma con la fuerza de un recuerdo que no quería volver.Me quedé sentado en esa silla, incapaz de moverme.
Era como ver a Sonia… pero sin la oscuridad.El mismo cabello, la misma boca, incluso esa forma delicada de tocar la taza con las yemas de los dedos… pero los ojos, no. Los ojos eran distintos.Donde Sonia tenía fuego, Sara tenía calma. Donde mi amor gritaba, ella susurraba. Donde Sonia destruía, Sara sanaba.Y eso me destruyó más que cualquier bala.
Apreté los puños sobre la mesa. ¿Qué clase de broma era esta del destino? ¿Por qué me mostraba el reflejo luminoso de la mujer que me había arrancado la razón?