Mundo ficciónIniciar sesiónCuando crucé la puerta principal, el sonido me golpeó antes que cualquier voz: risas.
De esas que llenan la casa y la hacen vibrar.
El eco de los balbuceos de mis hijos, el tono suave de mi madre, y la risa cálida de Dalia mezclándose entre las notas del piano que Susan debía haber encendido hacía un rato, adoraba poner música de piano o cuerdas a mis hijos.
Por un momento me quedé quieto, escuchando.
Era extraño… esa paz.
No la había sentido así desde hace mucho.
Seguí el sonido y me detuve en el umbral de la sala.
La escena frente a







