Mundo ficciónIniciar sesiónEl aroma del ajo dorándose en la sartén llenaba el departamento.
Era un olor familiar, cálido, de esos que logran suavizar hasta los pensamientos más duros.
Hacía tiempo que no cocinaba allí. Desde que me mudé a la mansión de Adriano, aquel lugar se había quedado en silencio, esperando.
Pero esa noche, quería eso: silencio, calma, y a mi gatita.
Escuché el sonido de pasos suaves, descalzos, y cuando giré apenas el rostro la vi.
Jacke salía de la habitación, con el cabello despeinado, los ojos aún soñolientos, y solo mi camisa cubriéndole la piel después de toda una tarde de pasi&oa







