Dos semanas más tarde, en Milán.
—No esperaba que hiciera una fiesta, pero que al menos estuviera aquí. Es el cumpleaños de su hijo.
—Señora, seguro tiene mucho trabajo.
—Ana, es domingo.
—A veces el señor trabaja los fines de semana.
—La excusa de su trabajo no es válida frente al cumpleaños de su hijo, su primer año. También pasó nuestro aniversario de bodas y no dijo nada. No es que me esperara algo, pero… el detalle es lo que cuenta. Yo sí le había comprado un detalle.
—¿Y le gustó?
—Pues no se lo di. Hace días que no me habla. Va y viene, pero no se detiene ni un segundo. ¿Cómo quiere que su hijo lo quiera si no le presta atención? —Estaba muy enojada, porque la interacción que tenía Davide con su hijo era muy poca, la única vez que lo vio realmente interesado en el pequeñín fue cuando los vio jugar en la habitación, luego de eso todo había sido muy escaso.
Le desagradaba pensar que su hijo estaría falta de amor de un padre, aún con su padre cerca de él. Eso la ponía triste. Ahor