Mundo ficciónIniciar sesiónBYRON HARRINGTON
Era notorio que Amber aún no estaba del todo convencida de mis palabras. Ocultarle la verdad fue mil veces peor que si le hubiera sido infiel. Había aceptado acompañarme a la habitación, pero mantenía una distancia prudente que me comenzaba a irritar. Sin darme cuenta estaba viéndola fijamente, sentada en el borde de la cama, cruzada de piernas, con su cabello acomodado sobre uno de sus hombros mientras se untaba crema en las manos.
Tenía un cuello delgado, tobillos finos y unas caderas anchas que combinaban a la perfección con su pequeña cintura. Parecía una hermosa muñequita de porcelana, tan bella como frágil.
—Apuesto a que debes de lamentarte… —susurró mientras negaba con la cabeza—. Ahora







