AMBER PIERCE
Me levanté de la mecedora y me acerqué con cautela a Byron. Siempre me sentí protegida por su ceguera, aunque pudiera sentir mi mirada, no era capaz de ver mis gestos, o eso creía hasta que sus ojos se movieron hacia mí, como si me estuvieran enfocando.
—¿Sigues creyendo que te fui infiel? —preguntó con su voz profunda y ronca, la misma que me hacía temblar cuando la escuchaba. Levantó las flores hacía mí. Abundantes rosas y lirios. Una mezcla de colores que me parecía hermosa—. Amber…
—¿Por qué debería de confiar en ti? ¿Por qué crees que es tan fácil? Solo por jurarme que no estuviste con Karen de manera carnal, ¿tengo que creerte? ¿Crees que soy una mujer tan estúpida? —pregunté sintiendo la rabia hirviendo dentro de mis venas—. ¿Qué esperas que te diga? ¡Claro, te creo, si te metiste en la cama de Karen o no, no importa, seamos felices! Al fin, unas rosas son suficientes para aplastar mi dignidad.
Ni siquiera tomé las flores. No podía apagar mis sentimientos y fingir