“Me enamore sin pensarlo, pero lo que empezó como una mentira, termino transformándose en una verdad” Josh Bemberg es el hombre más cotizado de la ciudad de Berlín. Guapo, elegante y soltero. Con tan solo veintisiete años, es el Ceo de las empresas Berg, empresas que están dedicadas a la fabricación de automóviles de lujos. Todas las mujeres de la alta sociedad mueren por una cita con él, pero a él no le interesa ninguna mujer, porque cree que todas son unas cazafortunas. Leyna Keller es una joven humilde y huérfana que toda la vida vivió en un orfanato. Según le cuentan que su madre murió de una sobredosis y a su padre nunca lo conoció. Ella para todos los de su entorno es un enigma. Josh y Leyna no se conocen, pero todo eso cambiará, cuando un accidente los unirá cambiando sus vidas para siempre.
Leer másLeyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.
Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.
Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.
Nada bueno, nada malo… solo nada.
Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera insoportablemente incómodo, extraño y surreal, ya que se sentía como si fuera un barco sin rumbo perdido en medio del mar furioso e incontrolable. Alguien sin un timón ni mucho menos una brújula, para que le dieran pista de quien era y que es lo que le había sucedido.
¿Por qué estaba en ese hospital?
¿Por qué no recordaba nada?
¿Tenía familia siquiera?
Ella hasta ese entonces nadie le había visitado, por lo que su corazón se arrugó más de tristeza. Sus ojos azules picaron con ese ardor que no quería sentir, pero trato de no desbordarse en lágrimas, ya que aun con todo lo perdida que estaba, su interior seguía siendo fuerte, sin embargo, eso no quito que su alma pura e inocente doliera al sentirse vacía y sin esperanzas.
(…)
Josh había recibido aquella llamada que lo dejo con los nervios de puntas. Tenía una punzada en el estómago y las manos le sudaron. Se estacionó fuera del hospital público de Berlín y botó todo el aire que estaba conteniendo sus pulmones.
«¿Cómo la afrontare?» Se preguntó a sí mismo, sin saber cómo empezar a contar su verdad.
Se bajo del vehículo, y camino a paso ligero para llegar a la habitación de Leyna.
Nervios y ansias era lo que sentía por encontrarse con la mujer que le había robado la tranquilidad, ya que, a causa de ella, él tristemente había roto todos sus valores al ser cómplice de un horrible crimen.
Un crimen que no le dejaba dormir por las noches, y a pesar en que su cabeza tenía toda una historia armada de como manipular a Leyna a su conveniencia, sus pensamientos fueron más fuerte y le traicionaron, dejándole a él sin un plan A ni B que ejecutar.
Sus pies se detuvieron justo en la entrada de la habitación y sus ojos mieles buscaron a la chica que lucía desorientada y sentada en una camilla de baja categoría. Su cuerpo era cubierto por una sencilla bata azul. De pronto la historia que mantenía en su cabeza la olvidó por completo y dejo que su instinto más animal tomara el control.
Josh dejo que sus emociones fluyeran como ríos que van hacia el mar y dejo de pensar lo que tenía que hacer y decir, tan solo se concentró en ese momento.
En esa primera vez contemplándola a ella.
—Hola Leyna —dijo Josh sabiendo que eso sería lo único que podría salir de sus labios.
Él se mantuvo en el umbral de la puerta de la habitación de aquel hospital, ya que no quería asustarla y a la vez tampoco enfrentarla.
Leyna al escuchar aquella voz ronca y varonil sintió una punzada de nervios en su vientre bajo, giró su rostro con rapidez para buscar a el causante de aquella emoción desconocida y extraña que estaba palpando en su cuerpo.
Sus hermosos ojos azules le miraron un tanto temerosa, ya que nunca antes vio aquel hermoso, pero frio rostro.
Los ojos dorados de ese hombre le parecieron mágicos, pero a la vez desafiantes. Era como si algo ocultaran, como si un dolor inexplicable con palabras traspasara por ellos. Algo que la unía a ella, ya que ella estaba igual de perdida, aunque sabía que ese hombre que no le quitaba la mirada de encima, iba a ser el único que pudiera responder sus dudas.
—Hola —respondió Leyna dulcemente sin conocer el nombre de este hombre.
La inocencia y hermosura en el rostro de Leyna fue algo que calo muy hondo en el pecho de Josh. Su voz sedosa y femenina le hicieron flotar y a la vez sintió como si un rayo impactara en todo su ser, algo que inusualmente nunca sentía, menos por una mujer desconocida. Las palabras se le atascaron en la punta de su lengua, pero aquel peso de la traición fue aún más fuerte cuando ella con tranquilidad preguntó:
—¿Quién eres?
Capítulo LXIV: Sorpresa y Discusión (Parte Dos)Leyna al escuchar la severidad de Josh, una pequeña rabia recorrió su cuerpo. Se cruzó de brazos y le miró ceñuda. —Va a ser mi cuñado Josh —argumentó ella endureciendo los rasgos de su rostro angelical—. Y lo está intentando. Se ha rehabilitado y nosotros como familia debemos apoyarlo. Podemos ser su fortaleza en medio de la debilidad.Hendrik sonrió de boca cerrada, sintiéndose triste al ver que ella y mamá eran las únicas personas que le apoyaban, a pesar de todos sus errores.—No quiero discutir Leyna —finalizó Josh tenso y cabreado—. He tenido un mal día y no necesito que nadie me dé un sermón de cómo tratar a mi familia. Ustedes debieron avisarme. Sabes que no me gustan las sorpresas y menos cuando se trata de mi hermano.Leyna alzó sus cejas y sus labios se entreabrieron ante la reacción de Josh, le sorprendió un poco, pero no le molestó. Después de todo, Leyna era consciente que todos podemos tener un mal día y reaccionar mal.—
Capítulo LXIII: Sorpresa y Discusión (Parte Uno)—¡Sorpresa Hermano! —vociferó Hendrik extendiendo sus brazos al aire—. ¡Estoy de vuelta en casa!Josh ni se inmutó en darle un abrazo, sino que mantuvo a Leyna pegada a sus costillas, abrazándola por la cintura. Ella tampoco le soltó, ya que rodeó con uno de sus brazos la espalda baja y la otra mano la puso en el abdomen de Josh.—¿Y tú como saliste? Se supone que yo soy quien vela por ti y por tu seguridad… —cuestionó Josh con el ceño en fruncido al ver a su hermano menor, ya que él era su tutor—. ¿Por qué diablos nadie me aviso?Josh pensó que la clínica de rehabilitación debió llamarlo primero a él para informarle de aquel asunto tan importante, pero al parecer se había saltado protocolos importantes.Hendrik rodó los ojos por tan apático saludo. Dejó caer sus brazos con resignación y volvió apoyar su hombro derecho en el marco de la puerta principal, cruzándose de brazos. Lucía una sonrisa triunfal y vestía como todo un hombre de el
Capítulo LXII: Visita InesperadaJosh llegó casi a las diez de la noche con el ánimo por el suelo. Se estacionó sobre el camino de piedras, luego se soltó la corbata y apretó el manubrio con ambas manos, mientras miraba fijamente la casa en la cual había vivido siempre.Pudo notar que una de las ventanas principales estaba con las cortinas abiertas y completamente iluminada. Estrechó su vista y se fijó en una silueta: era su prometida.A simple vista, Leyna estaba riendo y hablando animadamente con alguien, mientras sostenía con ambas manos una taza blanca que supuso que era té rojo, ya que Leyna odiaba el café.Josh por un segundo pensó que Leyna podría estar conversando con su madre, pero entonces un hombre más alto que ella, se dejó ver poniéndose a su lado. Josh irguió su espalda tensando cada músculo de su cuerpo al ver de quien se trataba, pero al mismo tiempo se sobresaltó en su asiento, cuando el celular comenzó a sonar, tuvo que dejar de lado al susodicho.—¡Maldición! —vocif
Capítulo LXI: AstridGilbert se bajó del vehículo, en el cual se trasladaba. Apoyó su bastón en el piso de mármol y caminó hasta la entrada de su mansión. Astrid, la guapa rubia, salió a recibirle con una sonrisa de oreja a oreja, entusiasmada porque todas las cosas ocurrieran tal como había planeado por años en su mente.Abrió la puerta y lo primero que chilló fue:—¡¿Cómo te fue papá?! —exclamó con una euforia rebozando en sus venas—. ¿Ya hay fecha de nuestra boda? ¿Es en un mes, dos o tres? Ya no quiero esperar. Quiero ser la Señora Bemberg una vez por todas.Astrid solía decirle papá a Gilbert, ya que él, prácticamente le había criado desde que era una niña pequeña.—Vamos dentro —pidió Gilbert con dulzura.La expresión de entusiasmo de Astrid se desinfló al igual que un globo que pierde todo su aire.—¿Sucedió algo papá?—¿Por qué mejor no lo conversamos dentro? —pidió nuevamente Gilbert con una sensación de amargura en su alma.Él deseaba cumplir cada uno de los caprichos de su
Capítulo LX: Gilbert Nassau (Parte Tres)Gilbert Nassau torció los labios y su vista cansada y acuosa se fue al suelo. Meditó unos largos segundos como si estuviera rememorando aquel trágico suceso. Luego alzó su cabeza y ancló sus ojos azulados en los ojos dorados de Josh.—Sigo recordándolo como si fuera ayer… —dijo Gilbert en tono de pesar.—Lo siento si le he incomodado Señor Nassau —se disculpó Josh—. Pero a veces las dudas me carcomen la mente y usted es el único que me las puede aclarar.—No, está bien… entiendo tus inquietudes muchacho, pero eso no significa que no duela. Creo que toda la vida tendré ese remordimiento de no haberme preocupado por mi familia. Los perdí a todos.Josh solo asintió con la cabeza sintiéndose un poco mal al ver a Gilbert tan miserable.Gilbert botó todo el aire que estaba conteniendo sus pulmones y luego volvió hablar para relatar aquel suceso que nunca podría superar. Sus ojos decaídos y su voz triste le delataron.—Esa tarde me llamó la policía —c
Capítulo LIX: Gilbert Nassau (Parte Dos)Los ojos mieles de Josh reflejaban la verdad.—Ya veo… —Gilbert sonrió forzadamente—. Así que hay alguien. Le romperás las ilusiones a mi niña.—Lo sé, pero no puedo ir contra mis valores ni mis principios. Mi felicidad y mi vida personal están por sobre esta empresa y por sobre todo el dinero que podría generar en esta fusión. Mi padre construyó un imperio y estoy muy agradecido por ello, que lo pienso cuidar a toda costa, pero no sacrificare mi vida por algo material —manifestó Josh—. Y jamás haría feliz a tu hijastra, porque sencillamente no la amo y nunca podría hacerlo. Ya estoy enamorado de alguien más.—En realidad pensé que no amarías a nadie más, después de ella —comentó Gilbert, abriendo una herida que Josh sabía que estaba ahí, pero que solía olvidar.Josh de inmediato se tensó en su asiento. Él se echó hacia atrás, y apretó sus manos una con la otra en una frustración difícil de erradicar. Recordó que eso había sido un capricho de n
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