El aire del hospital quedó atrás, reemplazado por la promesa de la familiaridad del hogar. En el camino de vuelta, Lorena, con una mezcla de seriedad y cariño, le repitió a Bianca las recomendaciones del doctor.
—Mira, Bianca, el doctor fue muy claro. Tienes que descansar mucho, evitar cualquier estrés. Nada de agobios, ¿me escuchas? Es crucial que mantengas la calma para que este embarazo vaya bien.
Bianca escuchaba atentamente, su mirada fija en la carretera, asintiendo con cada palabra.
—Lo entiendo, Lorena. Lo acataré, te lo prometo. Haré todo lo que sea necesario para que mis bebés y yo estemos sanos y salvos.
Cuando finalmente llegaron a la casa, Bianca se dirigió directamente a la habitación. Se giró hacia Lorena, una promesa silenciosa en sus ojos cansados.
—Me acostaré. Descansaré como el doctor recomendó.
Lorena la miró con los ojos entrecerrados, una mezcla de escepticismo y afecto en su expresión.
—Espero que de verdad cumplas con tu palabra, Bianca. No quiero que vaya