El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando Bianca ya estaba en pie, su mente en modo "misión niñera". Colocó el anuncio en línea, una pequeña punzada de duda la asaltó por un momento. ¿Era una buena idea? Al fin y al cabo, estaba poniendo la seguridad de sus hijos en manos de una desconocida. Pero ya lo había hecho, no había vuelta atrás. Con un suspiro, decidió confiar en el destino y esperó.
No pasó mucho tiempo antes de que su teléfono vibrara. Un mensaje.
—Hola, me llamo Julia y soy estudiante de enfermería. La verdad, si me contratas creo que será una buena decisión. Necesito suplir algunos gastos personales y por eso estoy dispuesta a convertirme en la niñera de los mellizos.
Bianca leyó el mensaje una y otra vez. Recibió otras respuestas, claro, pero por alguna razón, las palabras sinceras de Julia se le quedaron grabadas. Había algo en ellas que transmitía honestidad, un toque de vulnerabilidad que le resultaba extrañamente reconfortante. Decidió contactarla. La voz de l