— ¡Mami! — Elián corrió a los brazos de su madre, estampándose contra las piernas de Ania, aferrado a ella con fuerza.
Ania, había pasado varios días lejos de casa, por primera vez, ella y su hijo se separaban por tanto tiempo, aunque Elián se sentía a gusto con su tío Ezequiel y las tías, no había nada igual que estar junto a su mamá.
— Cariño, ¿Cómo estás? — Ania se soltó del abrazo de su hijo y se agachó a su lado, para rodearlo con sus brazos con mucha fuerza, sintiendo la alta temperatura que tenía el pequeño. — Cielo, ¿Te sientes bien?
Y justo en ese instante, Ania vio salir al doctor, quien venía detrás de Elián.
— ¿Qué está pasando? — Se levantó Ania preocupada.
— Lo siento, Victoria… — Respondió una de las mujeres del servicio. — Elián se sintió un poco mal, así que llamamos al doctor…
— ¿Qué? ¿Por qué no me llamaron? ¿Por qué no me avisaron antes? — Ania volvió a agacharse junto a Elián, revisándolo por todas partes.
— Tranquila, solo tiene un poco de temperatura, ya