En el auto de Liam, ambos viajaban en un incómodo silencio, mientras que el chófer conducía más atrás el auto que había traído a Ania.
Ella había querido volver con el chófer, pero Liam la tomó de la mano y la llevó directo a su auto y ella no se atrevió a quejarse.
— Lo siento… — Soltó Liam repentinamente.
— ¿Qué? — Ania lo observó, desde el asiento del copiloto.
— Yo… Pensé mal y… No es que haya desconfiado de ti, pero sí de él… Tuve miedo y pensé que… — Murmuró Liam, sin dejar de mirar la carretera. — Él podía manipularte y tú… Podrías llegar a sentir algo por él, por lo que hizo por ti…
Ania pudo notar como él se sonrojaba, avergonzado.
Ella volteó la mirada, concentrándose en el paisaje de la ventanilla, Ania recordaba lo que Álvaro le había contado sobre Liam.
Él siempre supo que era ella, ¿Por qué no le dijo nada? ¿Por qué nunca la enfrentó? En el consultorio, él le había confesado que la amaba, que siempre la amó ¿Lo había hecho por amor?
El corazón de Ania latía des