— ¡Ania! ¡Ania, tú estás muerta! ¡¿No?! ¡Estás muerta! ¡Muerta! — Comenzó a vocear Alicia, mientras señalaba a esa mujer, llamando la atención de todos los que iban pasando por el lugar.
— Disculpe, señora, pero creo que se está equivocando… — Intentó mediar Ania, manteniendo su semblante lo más sereno que le fue posible.
— ¡Estás muerta y volviste de la muerte!, ¡¿Cómo…?! ¡¿Cómo lo hiciste…?! — Siguió Alicia a todo pulmón, señalando a Ania como a una criminal.
— Señora, cálmense… No sé de qué habla… Se está confundiendo de persona… — Siguió Ania, viendo como las personas se detenían a su alrededor y murmuraban.
Esto se estaba comenzando a poner feo, ¿Alicia la descubriría?
— A mí no me engañas, perra, yo no me estoy confundiendo con nada, ¡A mí no me vas a hacer parecer loca!
Alicia se acercó de una manera amenazante, tan turbada y confundida como enfurecida, cuando fue detenida por una mano fuerte que la sostuvo, y al voltear el rostro, Alicia se encontró con el semblante ser