La noticia llegó en una mañana cualquiera, envuelta en un sobre gris con un remitente formal, Liam salía para la empresa cuando una joven del servicio lo abordo entregándole el correo de esa mañana.
Liam revisó los sobres por encima, asumiendo que no había nada relevante, cuando lo encontró, lo abrió sin pensar, y leyó en silencio el papel con la noticia, él no hizo gesto alguno, solo se quedó quieto, con la mirada fija en el texto.
Ania lo vio desde el comedor, mientras ella también se preparaba para iniciar su día y terminaba de desayunar con sus cinco hijos que ya llenaban la casa de risas, discusiones y carreras.
Ella supo, sin preguntar, que algo importante había sucedido.
— ¿Liam? — Ania lo llamó desde el umbral del comedor, él instintivamente ocultó el papel. — ¿Qué pasa?
— No es nada importante… — Murmuró Liam, simulando una sonrisa.
— ¿Es que no lo recuerdas? — Ania se acercó, se detuvo a su lado y se inclinó para jalar el papel que él ocultaba en la mano. — Hace mucho