La ceremonia fue íntima, en el jardín, bajo la sombra de una pérgola, colocaron una mesa con flores silvestres y fotos antiguas.
Solo estaban Ania, Liam y Elián, Álvaro junto a su esposa como testigos, un par de empleados apoyando y el ministro, que ofició el momento con palabras sencillas y honestas.
Liam tomó la mano de Ania y habló sin dudar:
— Te elijo otra vez, no solo por lo que fuimos, sino también por lo que somos ahora, por lo que aprendimos y por lo que aún nos falta… Siempre te elegiré, las veces que sean necesarias y todas las vidas que se nos permita vivir.
Ania respondió con voz temblorosa:
— Te elijo con todo lo que sé de ti, con tus sombras, con tus luces, con tus silencios y te elijo porque contigo aprendí que el amor no es perfecto, pero puede ser verdadero y a pesar de los tropiezos, elijo reencontrarme contigo las veces que necesitemos, para amarnos, complementarnos y comprendernos.
Con una enorme sonrisa, Elián aplaudió con entusiasmo y luego recordó la caj