Esa noche, después de llegar a casa, compartir con su hijo, cenar, tomar un baño y prepararse para dormir, Ania se detuvo por largo rato frente al espejo de cuerpo completo, mirándose.
¿Ver otra vez a Liam? Eso era imposible, él la reconocería y entonces, todos estos años escondiéndose habrían sido en vano.
Pero, por otra parte…
Ya ella no era aquella niña que lo conoció en la universidad y que estuvo tontamente enamorada de él por los cinco años de la carrera.
Y tampoco era la misma joven recién graduada de la universidad que se casó, ilusionada con Liam, quedando embarazada casi al instante, durante la luna de miel.
Ya habían pasado siete años y Ania ya no era una jovencita tonta, ella había cambiado.
Y no solo mentalmente, pues ella también había cambiado físicamente, era una mujer madura y poderosa, su cuerpo había tomado más forma luego de tener a Elián, por lo que sus curvas eran más marcadas que antes.
Su piel había aclarado mucho más, pues casi no se exponía al sol com