— Buenas tardes a todos los presentes… — Saludó el abogado entrando en la oficina.
— Buenas tardes… — Respondieron Ania, Elián, Ezequiel y las empleadas del servicio, quienes lo esperaban.
— Bueno, me imagino que ya saben por qué les pedí venir… — Siguió el abogado acomodándose frente a su escritorio, mientras buscaba una carpeta en su maletín.
— No, aún no tenemos ni idea… — Murmuró Ania con Elián abrazado en su regazo.
— Aquí está… — El abogado sacó un papel. — Este es el testamento de la señora Gil.
— ¿La señora Gil dejó un testamento? — Preguntó Ania atónita, pues en todos esos años, su jefa no le había comentado nada al respecto.
— Así es, hace poco lo modificó, siendo consciente de su avanzada edad…
— Mami, ¿Qué es un testamento? — Preguntó Elián, bastante confundido.
— Oh, es un papel en el que tu abuela dejó su última voluntad. — Explicó el abogado dejando al niño todavía más confundido.
— Es lo que abuelita quería que hiciéramos cuando ella estuviera en el cielo… —