Ania llegó a la siguiente estación todavía limpiándose las lágrimas, su vida se había convertido en una montaña rusa llena de incertidumbre, por lo que, no sabía lo que le esperaba.
Al llegar, ella vio a lo lejos un elegante hombre de traje, algo mayor, quien portaba un cartel con su nuevo nombre.
“Victoria Anderson”
Ania intentó calmarse de los nervios respirando profundo, porque de ahora en adelante, este sería su nuevo nombre y su nueva vida.
— Buen día… — Ella saludó al hombre que portaba el cartel.
— ¿Usted es Victoria Anderson? — Preguntó el señor, con el entrecejo arrugado.
— Sí, soy yo… Mucho gusto. — Murmuró ella, algo cabizbaja, estirando su mano para darle un apretón de manos y presentarse, el hombre la miró de arriba para abajo, muy serio.
— Bien, sígame… — Ignorando la mano estirada de Ania, el hombre tomó la pequeña maleta que ella traía, prácticamente arrancándosela de las manos y se dio la media vuelta para dirigirse al estacionamiento de la estación. — Mi nombr