La mujer la miraba de forma despectiva, como si ya se estuviera arrepintiendo de haberla recibido, cuando Ania se adelantó.
— Por favor, soy perfecta para el puesto… — Se apresuró a agregar, Ania, con un tono suplicante. — Le puedo servir de mucha ayuda, señora Gil, sé cocinar, sé lavar, sé limpiar y servir…
— No te tienes que preocupar por labores de servicio doméstico, cómo pudiste notar, ya tengo personal para eso… — La señora la interrumpió, mientras tomaba la taza de café que estaba sobre la mesa, lo que dejó a Ania algo confundida. — Solo quiero a una mujer educada y productiva, con quien pueda tener una conversación razonablemente inteligente, que este conmigo durante mis actividades, que me mantenga entretenida y que me ayude a dirigir la casa y al personal doméstico… Ya no tengo la edad ni la paciencia para amargarme por el mantenimiento de esta vieja casa, cuando ya tengo suficiente estrés con los asuntos financieros de las empresas que me dejó mi difunto marido…
— Oh, c