A la mañana siguiente, no pude soportar más el estudio. Necesitaba aire, pero, sobre todo, necesitaba probar si la tensión de la casa era solo un espejismo interno o si se extendía al mundo real.
Cuando Luca apareció en el marco de la puerta de mi estudio —con una taza de café completa y entera esta vez—, aproveché el momento.
—Necesito salir —declaré, sin preámbulos. Cerré el portátil con autoridad—. Es crucial para mi investigación. Mi protagonista necesita ver el mundo exterior, una que no sea a través de una ventana con barras.
Luca bebió un sorbo de su café y me analizó con esa mirada que lo hacía parecer que estaba calculando ángulos de tiro.
—¿Investigación? ¿Ahora la protagonista necesita ir a un centro comercial o qué?
—No a un centro comercial. Necesita ver su entorno. Mis personajes, se mueven en un mundo. Necesito ver ese mundo para poder plasmarlo bien. Quiero ir a cenar a un lugar público, donde la gente los conozca —replico.
Luca sonrió, una sonrisa de suficiencia que n