La mañana transcurría tranquila: una junta, una reunión por videollamada… el nuevo asistente ya se encontraba trabajando en las oficinas, mientras que Evan y Rose seguían en la biblioteca de la mansión. No sabíamos nada del juicio para pedir el ADN. Mi padre, como hijo mayor de mi abuelo, se había opuesto a la exhumación del cuerpo. Edward y Margaret, por su parte, habían dicho que no… por ahora. William, en cambio, se encontraba “fuera del país”. Estaba en uno de los resorts de la familia Delacroix. Todo con el único objetivo de que Eleanor no pudiera, o no lograra, hablar con él.
Fue en ese momento cuando Anne recibió una llamada. Al parecer, Eleanor por fin había conseguido una orden judicial, sin importar que uno de los hijos no estuviera presente. Tenía que haber pagado mucho dinero para lograrlo.
—La muy maldita… lo ha conseguido —dijo ella, mirando a Alexander, que se encontraba con ella en ese momento—. Al parecer, compró a alguien.
No se notaba molesta, ni mucho menos intranq