La mejor noticia.
El sol apenas despuntaba sobre los jardines de la mansión Lewis Benson. El aire fresco de la mañana entraba suavemente por los ventanales del comedor, llenando la estancia con una luz cálida y dorada. La mesa del desayuno ya estaba servida: frutas frescas, pan recién horneado, café humeante y jugo de naranja recién exprimido.
Patrick hojeaba el periódico del día mientras bebía su café, y Jonah, sentado en la cabecera de la mesa, revisaba algunos documentos con gesto concentrado. Ninguno de los dos sabía que aquella mañana estaba a punto de cambiar el curso de sus vidas para siempre.
Anne entró al comedor tomada del brazo de Alexander. Su rostro estaba algo pálido, pero sereno. Alexander, atento, la ayudó a tomar asiento y luego se ubicó junto a ella. Patrick levantó la vista del diario y frunció el ceño, notando cierta tensión en el aire. Jonah dejó los papeles sobre la mesa con suavidad.
—¿Estás bien, hija? —preguntó Jonah de inmediato, con esa preocupación latente que nunca lograba