Dos días después
Bagdad
Yassir
Vivir de recuerdos es como caminar descalzo sobre cristales. Crees que el tiempo suavizará el dolor, que con los días aprenderás a ignorarlo, pero basta un instante de silencio para que todo vuelva a sangrar. El pasado se convierte en un eco constante, uno que persiste, aunque intentes cubrirlo con responsabilidades, con rutinas, con cualquier distracción que te aleje de lo que una vez fuiste.
Lo más difícil no es lo que ya no está, sino lo que sigue vivo dentro de uno. La memoria no olvida, al contrario: pule cada detalle, lo intensifica hasta convertirlo en un tormento. Es como tener frente a los ojos una vida que pudo ser y no fue, y saberse condenado a contemplarla sin poder alcanzarla jamás.
Quizás lo peor es reconocer que no fue el destino quien arrebató lo soñado, sino las propias decisiones. Creímos que renunciar era lo correcto, que ceder aliviaría el peso del alma, pero lo único que conseguimos fue arrastrar una cadena invisible. Y entonces ent