Al filo del abismo (1era. Parte)
El mismo día
Bagdad
Yassir
La verdad no siempre trae paz. A veces, en lugar de liberar, destruye. Hay verdades que no se pueden pronunciar porque no solo hieren a quien las dice, sino también a quien las escucha. Callar entonces parece un sacrificio, una forma de proteger lo que aún puede salvarse, aunque por dentro carcoma como un veneno lento.
El silencio se convierte en refugio y condena al mismo tiempo: refugio porque evita el desastre inmediato, condena porque sabemos que tarde o temprano saldrá a la luz. Y cuando ese día llegue, ya nada volverá a ser igual.
La culpa no está en sentir, sino en saber que ese sentimiento, si se revela, arrastrará consigo a todo lo que se ama. Guardar silencio es aceptar la carga, con la esperanza de estar preparado para sostener el peso del caos cuando finalmente se desate.
Y en mi caso, bajo ningún concepto podía aceptar que tenía una amante, mucho menos confesar que había dormido en los brazos de Sara. Eso hubiera sido como entregarle un arma a L