ASTRID
Ajuste con una liga, mi cabello, una coleta alta era siempre mi peinado.
—Está hermosa, mi luna. —me aduló Lila—. Y tiene un brillo especial en su rostro. —mencionó.
Me sentía bien, tranquila a pesar del reencuentro con Magnus, verlo de nuevo me hizo afirmar que lo sentía ya nada más por él.
Sonreí al verme en el espejo, me sentía bien conmigo misma.
—¿O se debe a algo o alguien? —con su codo golpeó mi cintura, un claro gesto que sus palabras eran de doble sentido.
—Estoy feliz conmigo misma, he superado a mi exesposo, solo hace falta que Ronan domine los cuatro reinos y me sentiré satisfecha.
—Ya que menciona al Alfa… —Lila se escuchaba preocupada y molesta a la vez—. Livia pasó la noche con el Alfa en su habitación.
Eso me hizo enojar de inmediato.
—¡Es un inmoral! Se le olvida que sus hijos están frente a su habitación. Es que cuando lo vea le pondré mi espada en el cuello para advertirle que no quiero ver a Livia en la casa.
Me llenaba de furia, porque Ronan no tenía