NARRADORA
Pero en el último segundo, Leonidas sintió el peligro respirando en su nuca.
Se giró para escapar por milímetros de un feroz ataque de garras.
— ¿Mi…Minatto? – no se lo podía creer.
Por entre las sombras, detrás de los Drakmor, comenzaron a salir guerreros, los mismos que deberían estar en la mina como esclavos, leonas y unos hombres raros que debían ser los extranjeros.
Esa era la razón de no sentir sus olores, los Drakmor los camuflaban con su fuerte esencia.
— Hoy es el último día que te atreves a poner tus asquerosos ojos sobre mi hembra, ¡el último día que la codicias!
Minatto le rugió lleno de ira y saltó hacia Leonidas, convirtiéndose en un enorme león dorado con la boca abierta listo para destrozarlo.
Leonidas también cambió a su forma animal.
Igual era un león poderoso, pero más opaco su pelaje, y se notaba más viejo.
Ilia los vio pelear como muchos años atrás.
Los dos machos se mordían arrancándose pedazos y daban zarpazos que creaban heridas profundas sanguinole