AMBER
Nuestros cuerpos desnudos se deben ver increíbles nadando por las profundidades de la poceta, que se interna en las entrañas de la enorme montaña, a través de una cueva sumergida.
Los rayos de luna se filtran por el agua creando un efecto visual hermoso y etéreo.
La mano de Vincent nunca soltó la mía, mientras nadábamos hasta salir al otro lado, al interior oscuro y húmedo de una caverna subterránea.
— Ven, te cargo para que no te vayas a herir los pies – me propone una vez que estamos afuera.
Hay solo oscuridad a nuestro alrededor, pero podemos ver los detalles con nuestros ojos de lobos.
— No, puedo ir caminando, estar tan cerca de ti, ahora mismo es muy peligroso— respondo sonriendo y volviendo a tomar su mano.
— ¿Qué?, ¿tienes miedo de que te salte encima como un lobo feroz? – me pregunta y me asombro porque nunca lo había visto tan juguetón, tan relajado y sin fruncir el ceño como de costumbre.
— No, mi amado Beta, tengo miedo de saltarte arriba yo a ti y violarte como una