NARRADORA
Hakon había dejado a sus hombres en una parte de los bosques cerca del castillo con la orden de que no lo buscaran así estuviesen agonizando.
Que enterraran al muerto y cuando él regresara, le dieran la noticia, así de directo e insensible, pero los fuertes y curtidos guerreros que lo acompañaban, ni siquiera profirieron una protesta.
Incluso deseaban regresarse al pantano, pero las órdenes de su líder se respetaban sin rechistar y al que no le cuadrase, bien podía retarlo a un duelo.
¿Quién sería el loco desquiciado que se atrevería a interrumpir al Alfa apareándose con su hembra? Ellos no, eso era seguro.
El resto del día, Hakon se alejó, buscando el sitio perfecto e ideal para su primera vez con su mate y construyendo un refugio para ambos.
“Hakon ¿crees que nuestra hembra venga?”, una voz lobuna y ronca, primitiva, sonó en la mente del Alfa.
“No estoy seguro, Lorcan, algo la hace dudar y sé que nos desea, no puedo entender, pero no nos rendiremos, me encanta esa hembra y